La pintora portuguesa más importante de la segunda mitad del siglo XVII fue Josefa de Ayala. Josefa
nació en Febrero de 1630 en Sevilla y fue apadrinada por el pintor sevillano
Francisco de Herrera. Tres años más tarde sus padres regresaron a
Portugal y no se sabe con certeza si la niña se fue con ellos o se
quedó junto a su padrino y su abuelo materno. Josefa tuvo siete
hermanos, tres de los cuales fallecieron precozmente.
Hacia
1644 la joven se encontraba instalada en Coimbra, se supone que en el
convento agostino de Sant’Ana, recibiendo educación religiosa y los primeros rudimentos
artísticos, pero, no siguió el camino
religioso de la vida en el convento. Su padre fue llamado a
pintar en esta ciudad universitaria, donde realizó grandes obras
tenebristas que ejercieron
mucha influencia en el trabajo de Josefa.
realiza un grabado alegórico de la “Sabiduría” para
los nuevos Estatutos de la Universidad de Coimbra
y pinta el “Pentecostés” destinado al altar de
Sé Nova de Coimbra.
El
estilo de Josefa parte de la influencia del naturalismo
tenebrista de
Baltazar y adquiere una
personalidad propia, siendo definido como
“sui
generis”, reflejo de una particular intuición
poética, de paleta suelta
y libre de imposiciones
académicas.
Luego
de la muerte de su padre, en 1674, probablemente Josefa haya tenido
necesidad de realizar con más frecuencia encargos públicos para
mantener a su anciana madre y dos sobrinas huérfanas que vivían con
ella. Esta podría ser la razón por la cual algunos de sus trabajos de
temas religiosos y bodegones tardíos presentasen cierta dureza en la
composición y cansancio en la pincelada.
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